Y de repente ¡¡China!! (Parte 2: Pekín)

Pues sí, pues sí, después de Shanghai tocaba la capital china. Cinco días por delante y muuuuuchas ganas puestas en conocer y descubrir una nueva ciudad. De Shanghai a Pekín fuimos en avión, porque se supone que iba a ser más rápido, pero un retraso hizo que el vuelo saliera TRES HORAS tarde. Yo ya estaba desesperada, no nos daban una explicación, pero a la gente parecía darles igual. Ninguno se levantaba a preguntar, todos tan tranquilos esperando…y delante mío ahí estaba una mujer, comiendo pepino como si de un plátano se tratara. Yo soy muy fan del pepino, pero no se me habría ocurrido nunca llevarlo en el bolso para comerlo de aperitivo como si me llevo una barrita de cereales o una manzana. Volamos con China Eastern Airlines desde Hongqiao. Nuestra sorpresa fue que para un vuelo de unas dos horas, teníamos almohada, manta y ¡¡COMIDA!!

Pekín

El metro desde el aeropuerto al centro de Pekín es de ¥25 y el metro por el centro de tan sólo ¥4 o ¥5 si vas a una zona más lejana, ¡menuda diferencia!

Pasadas las 4 de la tarde llegamos al hotel, ¿y cuál fue nuestra sorpresa? Nos dejaron sin habitación… Vuelo con retraso y en Pekín sin habitación, yo me reía por no llorar, pensaba que era una broma. Nos mandan a un hostel que estaba cerquita y nos dicen que al día siguiente podemos desayunar en el hotel (ya que el desayuno estaba incluido). Imaginad la mala leche que tenía en esos momentos… Así que fuimos al hostel (Beijing Granary International Hostel), sólo quedaba una habitación, además con descuento…¡porque tenía humedad! ¿Se puede empezar mejor un viaje?

Bueno, entre una cosa y otra ya era casi de noche y nos fuimos a cenar al mercado nocturno de Wangfujing. Es un mercado callejero donde hay muchos puestos de comida y también de INSECTOS. Había hasta caballitos y estrellas de mar. Pero yo sólo me animé con un escorpión. Fue raro y no repetí.

Pekin

Al día siguiente recuperamos la habitación que perdimos, el hotel es el Beijing Hyde Courtyad muy muy cerquita de la plaza de Tiananmen, que ese fue nuestro primer destino del día. Para entrar hay que pasar unos controles en la calle; los bolsos se pasan por un escáner. La plaza es conocida por el Movimiento del 4 de mayo de 1919, es la más conocida de China y la más grande del mundo. Después de pasear por la plaza, entramos a la Ciudad Prohibida, la entrada para estudiantes es de ¥20. Este complejo arquitectónico es brutal y te puedes pasar medio día allí. Lo ideal es coger una audioguía para poder conocer la historia y para que se usaban todos los edificios.

Ciudad Prohibida
Ciudad Prohibida

 

Al salir de allí, muy muy cerquita está el Beihai Park. La entrada al parque más el acceso a la pagoda es de ¥10 para estudiantes. Es un lugar perfecto para completar el día y pasear por ahí antes de ir a cenar.

Para el siguiente día, tuvimos un plan un poco más relajado, porque aún nos quedaba mucho que ver en China y no podíamos ir todos los días a tope. Por la mañana visitamos el Palacio de los Lamas, un templo budista grande con muchas salas en las que decenas de personas estaban quemando incienso y rezando. La entrada son ¥12. Nosotros comimos por ahí cerquita y pusimos rumbo al Palacio de Verano. Para mí, mi parque favorito de Pekín. La entrada son ¥15 y es enoooorme. Hicimos un mini recorrido en barco que costó ¥20 y te llevaba de una orilla hasta el islote. Perfecto, porque nosotros queríamos ir al islote para pasar por el puente de los 17 arcos y justo habíamos empezado a recorrer el parque por el lado contrario. Allí, una pareja que estaba con sus cámaras sacando fotos nos hicieron un book…¡madre mía, qué locura todos los días con las fotos! Y ese día cenar y poco más. Había que descansar, que al día siguiente venía lo bueno.

Palacio de Verano
Palacio de Verano

 

Llegó el gran día… Tocaba ir a la GRAN MURALLA CHINA. Zona: Muntianyu. Increíble. Sin palabras. ¡Wow! Cogimos una excursión en el hotel que incluía traslado, guía, entrada a la muralla y comida en un restaurante (que por cierto la comida estaba deliciosa) por ¥280. No sé si es barato, pero sí la opción más cómoda. Al llegar allí cogimos el teleférico, que son ¥120 más, pero te ahorras una hora de subida y puedes disfrutar más de la Gran Muralla. Para mí, uno de los mejores días y eso que apenas dormí y estaba cansadísima, pero disfruté tanto recorriendo esta Maravilla del Mundo que no podía estar más contenta. Eso sí, subir es jodido.  Para llegar al último tramo de la zona nueva hay que subir unas escalera que…¡¡uff!! los últimos escalones había gente que los subía a gatas por lo empinado que estaba, no digo más. Pero merece la pena. Mucho. Desde ahí dando un pequeño salto (el cual me preguntaba si era legal hacer eso…) llegas la parte vieja. No había nadie, ya lo veis en la foto y las vistas eran preciosas. Disfrutar de ese momento fue mágico.

Muralla
Gran Muralla

Esa noche, al volver a Pekín fuimos a cenar a Hua’s, un restaurante donde hacen un pato laqueado increíblemente bueno. El total de la cena nos salió a ¥270, unos 17€ por persona, y era un restaurante de lo más pijo. Yo lo recomiendo totalmente.

Bueno, bueno, 25 de julio… llegó el último día en Pekín, sólo teníamos la mañana para disfrutar de la capital china, ya que nos íbamos a las 6 de la tarde hacía nuestro siguiente destino. Aprovechamos la mañana yendo al Templo del Cielo, lo que es el parque en sí, no llama mucho la atención, y menos siendo el tercer parque que visitamos en 4 días. La zona bonita es donde está el altar. Después de andar un poquito por ahí, nos fuimos a comer a Dumplings&Noodles, un restaurante tipo cadena de comida rápida, pero delicioso. La comida fue de sólo ¥20 cada uno y un acierto. Después de comer nos fuimos a por las mochilas al hotel y nos despedimos de Pekín con ganas de conocer la siguiente parada, pero para ello hay que esperar a la semana que viene…

 

NOTA

Pekin

Que sí, que sí, que aquí también me pedían fotos por las calles. Las madres me pedían sacarme foto con sus hijas. Esto ya era otro nivel, ¡para las niñas de 3 añitos! Yo no me lo podía creer, jajaja. Y con esta niña tan mona me saqué la foto, que casi me hacía más ilusión a mí que a ella. Seguro que ella tampoco entendía porque su madre le decía de sacarse una foto conmigo.

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